¿Cómo se restauraron las banderas del pirata Drake que se exponen en Sigüenza?
Alicia Avilés Pozo
Antes de que el pirata inglés sir Francis Drake atacara a la población colombiana de Riohacha, el acontecimiento real que desencadena la ficticia fundación de Macondo en ‘Cien años de soledad’, sus expediciones por todo el mundo, al servicio de la reina Isabel I de Inglaterra dispersaron su legado hasta límites desconocidos. Pero una parte de su aventura, siglos después, conforma uno de los tesoros de la exposición ‘A Tempora’ que alberga la Catedral de Sigüenza (Guadalajara) con motivo del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervanates.
Se trata de dos banderas del siglo XVI que han permanecido largo tiempo depositadas en la capilla donde está enterrado don Martín Vázquez de Arce, Doncel de Sigüenza. Los dos estandartes, cuyo origen no es enteramente conocido, fueron ganados en combate a las fuerzas inglesas dirigidas por el pirata.
La primera bandera, la británica, era la más deteriorada. Se trata de una insignia de compañía que se utilizaba en navíos o era enarbolada por tropas desembarcadas en tierra. Elaborada en tafetán de seda, estaba formada por siete franjas de diferentes colores de las que se conservaban íntegramente tres. Del resto, una se ha perdido por completo y de la otra se conservaba solo un mínimo fragmento. En cuanto a la portuguesa está formada por un paño jironado en azul y blanco sobre el que aparece un escudo heráldico que repite los mismos colores, y que podría corresponder a los señores de la Villa de Perniche, precisamente donde desembarcaron las tropas inglesas en esa expedición.
Para su puesta de largo, ambas han pasado por un complicado proceso de restauración llevado a cabo por la empresa Kronos, y que narra una de sus artífices, Lidia Santalices. Según explica, ambas presentaban un “deterioro extremo”, con gran cantidad de suciedad de todo tipo hasta el punto de que resultaba imposible distinguir los colores. Y algunos de esos estragos han sido totalmente irreversibles, como la desaparición de dos bandas completas de la bandera inglesa. La bandera portuguesa, por su parte, presentaba “múltiples intervenciones y reparaciones agresivas”, con parches y zurcidos por toda su extensión.
Santalices precisa que por ello los tratamientos de restauración en todas sus fases han seguido el principio de “mínima intervención, para rescatar la huella histórica que ha ido dejando el paso del tiempo”. El primer paso fue la limpieza mediante aspirado con potencia controlada e inmersión en agua. En el caso del estandarte inglés, debido a sus dimensiones, hasta fue necesaria una mesa de cuatro metros de largo, El lavado se realizó tamponando con esponjas naturales y arrastrando la suciedad con brochas suaves. Se tomaron muestras del agua resultante hasta conseguir una muestra transparente y confirmar el lavado.
En una pieza de tal antigüedad, también fue necesario proceder a su secado con papeles absorbentes y aire frío. Y tras un proceso de alineación de fibras, la restauración cromática fue uno de los pasos fundamentales. Debido a la desaparición de las dos bandas mencionadas, se reintegraron con un tejido nuevo de tul de seda, “distinguible del original a simple vista con el fin de preservar la correcta visualización de la obra”.
En cuanto a la bandera portuguesa, tras eliminar los numerosos zurcidos y remiendos, se recuperó parte del contorno inferior derecho de la bandera, y también se reintegraron cromáticamente las zonas perdidas. Por último se construyeron dos soportes para la correcta exposición de los dos estandartes, con materiales y procedimientos de conservación preventiva para que sirvan para su exposición, transporte y almacenamiento. Ahora, ambas banderas, que en su día ondearon los barcos del pirata Drake, lucen para la contemplación histórica del visitante de ‘A Tempora’, junto con un recorrido histórico por aquella época, en la que vivieron Cervantes y Shakespeare.
La restauradora de Kronos celebra especialmente el trabajo llevado a cabo con la pieza inglesa, “muy frágil”, pero apela a la experiencia de su equipo tras muchos de trabajo con este tipo de tejidos, que además están afectados por la deshidratación.
Algunos de los trabajos anteriores realizados por esta empresa han sido los Tejidos Coptos del Museo de Montserrat, los tejidos precolombinos del complejo arqueológico de Ingapirca (Ecuador), las Colagaduras Bordadas de los Salones Nobles del Museo Arqueológico Nacional o la restauración, en colaboración con el Museo del Louvre, del Estandarte pintado del sultán Abú-l-Hasan, de la Batalla del Salado, perteneciente a la Catedral de Toledo.
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